En
una ocasión, un Maestro me preguntó: ¿cuál ha sido tu mayor éxito? Y mi
respuesta fue: “está por llegar”. A continuación añadió, “si no tomas tus
propias decisiones otros lo harán por ti”.
Hay
situaciones en las que la mezcla de emociones, sentimientos, razones personales,
miedo o pánico al cambio, nos impiden tomar una decisión. Técnicamente esta
situación se llama Inmovilidad Mental. Es un bucle en el que la persona, ante la
dificultad se siente incapaz de tomar una decisión. Sin embargo, internamente
la lucha es constante, generando un alto desgaste de energía y tiempo. El problema puede aparcarse durante una
temporada pero cuando vuelve a aparecer lo hace, cada vez, con mas y mas
contundencia. Aún así, la persona sigue sin ser capaz de tomar una decisión,
polariza las posturas, visualizando situaciones totalmente enfrentadas que no
terminan de encajar con la situación ideal que tiene en su cabeza. Una
situación que por otra parte es irreal, pues sólo funciona en su imaginación y
posiblemente pretenda que todo siga igual, sin admitir que todo fluye, que todo
crece y que el cambio es parte de la vida. Además como ya hemos dicho en otras
ocasiones, si el cambio lo entiendes como reto, serás capaz de enfrentarte a él
y liderarlo, si lo percibes como una amenaza, el cambio llegará y te llevará
por delante porque la inmovilidad mental es incapaz de frenar la evolución.
¿Conoces la
fabula del “Asno de Buridán”?: ésta
fábula cuenta como un asno, que se encuentra ante dos montones de heno,
idénticos e igual de apetitosos, no es capaz de decidirse por ninguno de ellos
al no encontrar razón suficiente para tomar esta elección. Pudiendo comer, no
come, porque no sabe por cual decidirse.
Este
animalito nos muestra cómo el hecho de no tomar una decisión le llevó a morir
de inanición, su indecisión le lleva a la muerte.
¿No os
parece un gran ejemplo para confirmar que, para resolver cualquier problema, lo
primero es vencer la inmovilidad mental?
En muchas
ocasiones, por no decir en la mayoría, la razón no es suficiente… debemos
abrirnos también a nuestro pensamiento intuitivo y escuchar esa vocecilla que
nos habla insistentemente.
La palabra
intuición significa “mirar hacia dentro” y nos sirve de canal que nos conecta
con nuestra parte inconsciente. La intuición nos permite comprender casi de
forma instantánea ciertas cosas sin necesidad de razonar, pero esta capacidad
depende en gran medida de nuestras experiencias anteriores y de la confianza y
el conocimiento de nosotros mismos. La intuición nutre nuestra creatividad y
nuestra empatía y nos ayuda a leer entre líneas.
No se trata
de imponer una sobre otra y no debemos desechar la función de la razón en la
observación y la recogida de información de nuestro entorno, pero debemos
dejarnos acompañar por el refuerzo intuitivo que nos favorece en el acierto en
nuestras decisiones.
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