
Envuelto en un delicioso olor a azahar, un cálido hormigueo
humano recorre incesantemente sus calles, contagiándonos de unas irresistibles
ganas de disfrutar y de compartir con los demás.

Es como si la ciudad adquiriera personalidad propia y mostrara
sus mejores galas, sus mejores intenciones, para que nos sintiéramos lo más a gusto posible.
Estos festejos son el complemento que adorna su extraordinaria
esencia, que permanece latente, silenciosa, hasta que, en el momento que menos
te lo esperas, te atrapa.
No es sólo un
lugar, es mucho más que eso....
¿Qué debe de esconder en su interior que cautiva a
todo el que forma parte de ella? No en vano, Córdoba llegó a ser la capital del
mundo, por algo será…..
Mª José Chacón Aguilar
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