Con más frecuencia de la que
nos gustaría, queremos (o tenemos que) realizar una cantidad de actividades
que, por falta de tiempo,
algunas se quedan pendientes de concluir, provocándonos estrés y frustración.
Por otro lado, está el cómo
nos sentimos y cómo reaccionamos ante todo lo que nos rodea. Esto supone un
consumo de energía considerable si la emoción latente es negativa, llevándonos
a un estado de agotamiento. ¿Cuántas veces nos hemos enfadado por algo, que nos
ha ocupado parte del día, haciéndonos perder mucha energía y dificultándonos
nuestra tarea?
Esto se debe a que tanto el tiempo
como la energía vital son limitados,
es decir, que no disponemos de todo lo que quisiéramos de ellos, por lo que, si
buscamos ser eficaces (productivos), estar
en armonía y, en definitiva, sentirnos bien, exige que tengamos que
gestionarlos adecuadamente.
¿Y cómo podemos hacerlo? A
partir de aquí hay muchos "trucos" y variarán en función de las
necesidades de cada persona. Algo común a todos es que si somos verdaderamente conscientes
de ese límite de tiempo y energía, dándole la
importancia que tiene, procuraremos aprovecharlos lo máximo posible. Una
referencia a esa importancia queda plasmada en la frase "el tiempo
es oro", cada minuto que desperdiciemos
nos impedirá disfrutar, ¿vamos a permitirlo?...
Mª José Chacón Aguilar
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