Córdoba Coaching

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lunes, 19 de enero de 2015

RECORDARÉ TU MIRADA, TU RISA, TU PIEL Y TU ROSTRO.TE AMARÉ SIEMPRE PAPÁ

Buenos noches amigos
Hoy especialmente y con vuestro permiso me gustaría usar este espacio para escribir sobre mi herencia.
La herencia que me deja la persona más especial, humilde y fuerte que he conocido: mi padre. MI BENDICIÓN.
Una herencia que esperaba y que más o menos sabía por la trayectoria de su vida pero que después de dos meses en el hospital me lo vuelve a confirmar. Una herencia basada en las ganas de vivir superando a los agentes externos , esas ganas de vivir teniendo un “para qué” , un para qué basado en el amor, un amor puro  y libre…amar por amar simplemente, qué fácil definición y qué difícil ponerlo en práctica. Amando, amando y dando tanto que aunque tu cuerpo físico sea nada, y tus fuerzas e incluso tu corazón no te lo permitan, siga expirando fuerza y esencia.
En mis talleres siempre lo decimos y, de hecho, ahora “dicen que está de moda”; pero es que después de la experiencia con mi padre lo sé y lo he vivido; cuando tienes un motivo que te haga moverte, una motivación que haga que tu vida tenga sentido, que haga que te recargues las pilas. Cuando lo tengas, no habrá nada que te pare y si no lo tienes…BÚSCALO. Pero búscalo con ganas, con fuerzas, con energía, con esfuerzo; que no te pare la opinión de tu entorno, tus miedos, tus dudas y, menos, los demás que no tienen su motivo…no pienses que no puedes porque siempre se puede y si te caes vuelve a levantarte y sé humilde y sencillo para reconocerlo y pedir apoyo en los demás…pero siempre sigue.  Sigue con amor, con una sonrisa y, sobre todo, con una mirada que te defina y que, al mirarte a los ojos, defina tu corazón y tu esencia.
Desde que tengo uso de razón recuerdo a mi padre sonriendo, bailando, bromeando, dedicándole tiempo a mi madre y, sobre todo, a sus hijos, a sus amigos y a sus hermanos. Él invertía el tiempo en lo que realmente le hacía feliz, y si algo no le gustaba siempre sacaba lo bueno del momento. Siguió así incluso durante los diez últimos años sin moverse o casi hablar…daba igual, él seguía sonriendo y dando GRACIAS. Por eso para mí no ha sido cuidarlo, al revés, me ha cuidado a mí y enseñado en cada paseo que dábamos juntos, en cada beso, en cada verano mirando el mar juntos en el chiringuito o en su terracita, en cada baile que, al pobre, sin ganas, yo lo cogía y lo levantaba para bailar conmigo porque eso me cargaba las pilas, en cada cambio postural me sonreía y mi alma se iluminaba, en cada ducha y su piel brotaba un perfume especial….en cada cosa…me daba igual, yo era sus manos, sus pies, y su voz, porque él no me pedía nada y me daba “todo”. Todo lo que una hija puede pedir de su padre. Me siento y me seguiré sintiendo afortunada de mi ángel y de que me diera la oportunidad de haber podido pasar por esta experiencia tan especial y única a su lado.
Ésta es la herencia que me ha dejado mi padre, es un ejemplo de vida, anónimo y extraordinario,  porque con insuficiencia respiratoria y muy muy débil,  seguía con su mirada expresando el amor que nos venera, y no lo digo porque sea su hija, sino porque quién lo haya visto lo puede afirmar. Me hizo pensar esto cuando vino una gran amiga a vernos y luego por Whatsapp me escribió: “Me ha encantado ver las miradas que dedica a tu madre, que gesto de amor incondicional, de quererla proteger”.

No sé si en sus últimos días de lucha para estar en esta vida estuvo consciente o no, lo que sí sé que su corazón siguió desprendiendo  amor hasta su última respiración. Y sé que seguirá desde el cielo , en ese sitio tan especial donde está con sus hermanos, un sitio que tendrá un gran ventanal para mirar el océano y esos barquitos pesqueros que tanto le gustan y, además, tendrá una escalera larga para poder darse un gran baño de los suyos. Pero, sobre todo, a través de ese gran ventanal seguirás….mirándonos y cuidándonos.

Gracias papá, por esta gran lección, no sólo por protegerme, apoyarme y cuidarme toda tu vida, sino por dedicarme tu amor por encima de las cosas que no se ven y que no podemos apreciar con los sentidos ni expresar…pero… se SIENTEN.


Descansa en paz envuelto en rosas y con todo EL AMOR DE MI ALMA

María Fernández a mi padre Jose Luis
                                                                       

1 comentario:

  1. Su mirada... Siempre conservó esa mirada especial, abrumadora. No necesitó hablar, todo te lo decía con ella.
    Nuestro padre amaba mirando. Mostraba su corazón mirando.

    Gracias María, gracias.

    Mi padre tiene en su mirar sereno
    Reflejo fiel de su conciencia honrada;
    ¡Cuánto consejo cariñoso y bueno
    Sorprendo en el fulgor de su mirada!

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