Ya
se comienza a percibir un misterioso movimiento en el entorno. En nuestro
interior vamos notando una especie de inquietud que nos arranca, poco a poco, de
ese letargo invernal en el que estábamos sumergidos de forma innata.
El
momento de recogimiento, de reposo, se acabó dando paso, en algunos casos, paulatinamente, en otros, como si de una explosión se tratase, al despertar de
los sentidos, donde el cambio, la renovación, la luz, el color, están presentes.
Es
como si hubiésemos estado envueltos por una invisible burbuja y, de repente, de
manera simplemente natural, se rompe, volviéndonos extremadamente sensibles a
todo lo que nos rodea, agudizando nuestra percepción y permitiéndonos ser más conscientes
de nuestra realidad. Percepción que nos puede hacer sentir aún más vivos, embriagándonos
con esa cálida y gratificante sensación de bienestar, y curiosamente, a la vez, nos puede encarar
con aquello que, en la profundidad de nuestro ser, queríamos ignorar,
provocándonos así sentimientos totalmente contrapuestos.
Sí,
es la Primavera, cuya presencia no deja indiferente a nadie. Si nos resistimos
a Ella, su fuerza puede empujarnos hacia un abismo de sensaciones difícil de
controlar, por lo que, quizás, lo mejor sea dejarnos llevar…
Mª José Chacón Aguilar
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