Hoy, me gustaría utilizar este post, para hablaros de la envidia. Esa emoción, que socialmente está tan mal vista y es de las más descalificadas. Por ello siempre tendemos a ocultarla.
Empezaría
definiendo, ¿qué es la envidia?
Una de las
definiciones habituales podría ser la siguiente:
La envidia
puede ser, esa reacción de dolor y enojo, que intenta
destruir lo que el otro tiene, cuando percibimos que ese otro, ha alcanzado
algo que deseamos y no hemos logrado.
Hoy, quiero dar una nueva visión de la misma. Una nueva
visión de su naturaleza y razón de ser.
Siempre
parto de la base de que toda emoción es una señal que nos indica que algo está
ocurriendo.
Cuando se
envidia algo, podríamos hacernos la siguiente reflexión:
Cuando envidiamos algo, por ejemplo, algún
logro que alguien ha conseguido, ¿qué es lo que queremos realmente? Que esa
persona pierda todos esos logros conseguidos o conseguir nosotros dichos
logros sin desear que la otra persona los pierda. Creo, y espero no equivocarme, que la mayoría
de las personas elegiríamos la segunda opción, lo cual significa que la
prioridad de quien envidia es, en realidad, lograr realizar lo que desea y no
puede. Así, el elemento destructor del logro del otro no es un fin en sí mismo.
Si llegáramos
a ser capaces de reconocer y alegrarnos
del logro ajeno y a la vez sentir tristeza por no haberlo conseguido. Cuanto
más legítima y clara, esté mi doble reacción, más libre me sentiré para poder
compartir lo que siento y no tendré que ocultar mi emoción. ¿Qué tengo que
hacer para conseguir ese logro que deseo?, ¿cuáles son mis recursos y cómo
tengo que trabajarlos?
Ese, podría
ser el significado de la envidia. Esa señal que nos pone en contacto con un
deseo no satisfecho.
Cuando tomemos
consciencia de esta emoción, nos podremos preguntar con naturalidad: ¿Qué deseo
no satisfecho he podido descubrir a partir de la envidia?
¿Qué
diferencias hay entre admirar y
envidiar?
Admirar, es
reconocer y valorar los recursos de los demás, que eventualmente yo no tengo. El admirado funciona como un
estímulo, un modelo a seguir.
La envidia destructiva, me remite a lo que no tengo o no soy, sin
camino de crecimiento o transformación.
El pasar de
la envidia a la admiración es descubrir nuestros deseos no logrados y los
recursos que tenemos para conseguirlo.
Creo que con
esta nueva visión de la envidia, podríamos entender mejor lo que es la envidia
sana, que seguro que todos habéis oído hablar de ella.
Me ha
encantado haber compartido con vosotros este post sobre la envidia y me
gustaría lanzaros la siguiente pregunta:
¿Creéis que
hay personas que tratan de hacer sentir envidia?
Reflexionad
sobre ello, y no dejéis de compartirlo, me encantaría leerlo.
Un abrazo y
un hasta pronto.
Berta Campo.
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